La lealtad y el pensar
LA LEALTAD Y EL PENSAR
Prof. Usmary Dayana Moreno
UNERMB
usdamoro@gmail.com
“El mal no es nunca radical, sólo es extremo, y carece de toda
profundidad y de cualquier
dimensión demoníaca.
Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a
escombros precisamente porque
se extiende
como un hongo por la superficie.”
Hannah Arendt
Me ha sido común estos días preguntarme
¿cómo es que existen gentes que conscientemente acepten y apoyen acciones
categorizables de incorrectas social, moral, política y culturalmente?, pues no
suponen el bien para todos sino para el grupo, minúsculo por lo general, generador
de males gigantes que afectan a la mayoría de los miembros de una comunidad
(conjunto de sujetos unidos en responsabilidad y corresponsabilidad para
alcanzar el bien común, aplicable a un país, una institución o un condominio), aún
con eso los individuos callan y silenciosamente dicen sí a todo por miedo a ser
desleales. La deslealtad es algo que nos puede parecer ingenuo, a mí me lo
parecía, al igual que su opuesto, la lealtad, pero no lo es.
Creo que en este punto la mayoría no
estaría de acuerdo conmigo, pues lo primero en aparecer en la conciencia ante
esta interrogante sería el interés individual de las personas (el mal corazón)
y no la lealtad. Tendemos a confundir la necesidad material con la razón de
fondo de todo. Es decir, un país gobernado con tiranía no deja posibilidades
para el pensar, sino para accionar. Estoy metida, como es evidente, en los
dominios de Hannah Arendt al expresar esto, la filósofa en su vasta experiencia
en estos temas nos haría comprender que bajo
las condiciones de la tiranía es más fácil actuar que pensar y aunque suene
confuso tiene sus argumentos, por qué la gente apoya la tiranía de un país, de
una universidad, del administrador de un condominio? No se trata de la maldad o
la necesidad material sino de la ausencia del “ejercicio de la razón como
facultad del pensamiento” (Arendt, 2007: 165) , esto supondría que cuando
pensamos estamos en el ejercicio de resignificar el mundo que conocemos, en el
cual cambian las circunstancialidades constantemente, pero qué implica pensar?
Arendt nos diría “la característica principal del pensar es que interrumpe toda
acción, toda actividad ordinaria, cualquiera que esta sea” (ídem: 165) por
tanto la resignificación del mundo sería la resignificación del propio sujeto
dentro de éste, con sí mismo y con los Otros, sus iguales. La siguiente cita
creo explica perfectamente la categoría pensar de Hannah Arendt, que como todos
sabemos, la construyó a partir del pensar apasionadamente de Heidegger, su
mentor y gran amor de su vida.
“El pensar siempre se ocupa de objetos
que están ausentes, alejados de la directa percepción de los sentidos. Un
objeto de pensamiento es siempre una re-presentación, es decir, algo o alguien
que en realidad está ausente y sólo está presente a la mente que, en virtud de
la imaginación, lo puede hacer presente en forma de imagen. En otras palabras,
cuando pienso me muevo fuera del mundo de las apariencias, incluso si mi pensar
tiene que ver con objetos ordinarios dado a los sentidos y no con objetos
invisibles como, por ejemplo, conceptos o ideas, el viejo dominio del
pensamiento metafísico. Para que podamos pensar en alguien, es preciso que esté
alejado de nuestro sentidos; mientras permanezcamos juntos no podemos pensar en
él, a pesar de que podamos recoger impresiones que posteriormente serán
alimento del pensamiento; pensar en alguien que está presente implica alejarnos
subrepticiamente de su compañía y actuar como si ya no estuviera” (2007:166)
Ahora bien, debo considerar lo anterior
dentro de un sistema de relaciones, de poder o de dominación para poder llegar
a ubicar la lealtad como un arquetipo colectivo e individual, influenciador del
ejercicio de la razón o de las acciones.
Michel Foucault (2003) declara acertadamente que, toda relación donde se
intente dirigir la conducta de otro supone la dinámica del poder. Las
relaciones de poder para el filósofo tendrían como condición la libertad, si en
una relación donde se intente dirigir la conducta de otro no existe la libertad,
entonces estamos dentro de las relaciones de dominación donde la libertad no tiene existencia.
Pero cuál sería el dispositivo de control dentro de un sistema de dominación
sino es la libertad?. El gobierno de un país o el de una universidad intenta
dirigir la conducta de sus súbditos, pueden darse esto dos tipos de relaciones que plantea el
filósofo, en un sistema de relaciones de poder tendrían la posibilidad de que
un gobernante pase a ser un gobernado, porque el poder cambiaría de cuerpo dado
la condición de libertad que existiría, de tal manera, un profesor
perteneciente a la planta profesoral de una universidad tendría la misma
posibilidad de su rector de ocupar ese cargo en cualquier momento, no en cambio
cuando se está dentro de los sistemas de dominación.
En una universidad, donde se supone
sapiencia e inteligencia de parte de su grupo profesoral puede llegar a
consolidarse un sistema de relaciones de dominación, donde los mismos
profesores concedan tal facultad a su gobierno sin necesidad de que este
utilice la fuerza, solo la coacción. En este punto debo volver a mencionar a la
filósofa política del siglo XX; Arendt nos hace entender por qué un intelectual
apoyaría la tiranía aún consciente de los desastres que ésta ha fabricado?, por
la incapacidad de pensar, no por la maldad o la necesidad material, porque muchos
profesores no obtienen mayor beneficio, un cargo transitorio del cual pueden
conseguir algún incentivo no generoso, también se dan esos casos de personas
que apoyan un gobierno tirano sin encontrar beneficios materiales que les
permita vivir una vida digna, lo hacen por convicción de “algo”. Por maldad
tampoco es, porque “para causar un mal no se necesita tener un mal corazón,
porque la maldad puede prevenirse con el ejercicio de la razón” (ídem, 165), y la incapacidad de pensar puede hallarse en personas inteligentes.
Pero lo más cumbre de la filósofa y su
categoría del pensar es que nos legó un método, al decir “la actividad de
pensar significa que debemos rastrear experiencias, no doctrinas” (2017:167).
Que distinto sería si nos pensáramos desde nuestras experiencias, desde esos escenarios
pasados y presentes y en las consecuencias que han generado, tal vez no se
necesitara sapiencia sino pasibilidad, de alguna manera TODOS somos
responsables de lo que sucede a nuestro alrededor solo por el hecho de ser
miembros de la misma comunidad, de pertenecer a ella y decidir participar
dentro de un sistema de dominación con la investidura de opresor y de dispositivo
del yo sobre el sí (Foucault, 2000). No es lo mismo seguir lineamientos
(doctrina) que pensar en los lineamientos (reflexión).
Tal vez pudiera decir que haciendo uso
del método de Arendt llegué a la conclusión de que la lealtad es causante de
muchas decepciones, es quien potencia la voluntad de apoyar lo incorrecto, lo
que daña a mis semejantes. Me preguntaba antes, cuál era el dispositivo de control dentro de los
sistemas de dominación sino era la libertad, qué es lo que hace que
algunas personas apoyen el mal generado en una sociedad o comunidad?. Los
sistema de relaciones bajo la dominación tienen como condición la lealtad, qué
es la lealtad? Porque ahora que lo pienso, desde mis primeros pasos en la
escuela me han educado para ser leal a la bandera, el escudo, el himno, a la
directora, a la maestra, a Dios a los Padres de la Patria, pero nunca me
dijeron que debía ser leal a mis principios vitales.
La
lealtad se ha construido como un arquetipo. Los arquetipos o imágenes
primordiales según Jung (1997) son construcciones históricas modificadas con
cada tiempo y momento histórico donde le toca manifestarse, por lo que podría
considerarse el arquetipo como un producto histórico modificado por nuestro inconsciente,
desde este punto de vista la lealtad es producto histórico que tiene una base
primaria en nuestra mente y que su manifestación tiene relación con los instintos
pero no son lo mismo. “Los instintos son necesidades fisiológicas y son
percibidos por los sentidos. Pero al mismo tiempo también se manifiestan en
fantasías y con frecuencia revelan su existencia sólo por medio de imágenes
simbólicas. Estas manifestaciones son las que yo llamo arquetipos” (1997:66)
La fantasía y la simbólica no tienen
formas sólidas de existencia pero existen y gobiernan las conductas de los
sujetos simbólicos, no son elaboraciones conscientes por lo tanto al hallarse
en nuestro inconsciente hacen que las personas actuemos inconscientemente
porque no tiene conexión con nuestra conciencia. La lealtad entonces es un
arquetipo funcional de una forma de pensamiento, actitudes y gestos universales
construida antes de que el sujeto desarrollara un conciencia reflexionaría (Jung,1997).
De esta manera, la lealtad es una forma de pensamiento no consciente que nos
prepara para reconocer y evitar la traición a cualquier costo, cuando un
sistema de dominación, ya sea gubernamental, educativo o comunitario hablan de
lealtad activan en lo profundo de quienes atienden, la incapacidad de pensar
que se halla en la conciencia, y los lleva a tomar el atajo más fácil que es el
actuar, por tanto creo que Arendt tiene razón, es más fácil actuar que pensar,
porque eso corresponde hacer un quiebre simbólico de algo que no sabemos que
existe, la lealtad nos la venden como un valor “patriota” pero debemos
preguntarnos qué nos produce más costo, las fatales consecuencias de
ser leales o conectar el
inconsciente con la conciencia reflexiva. Los sistemas de dominación utilizan
la lealtad porque simplemente no podemos alcanzarla reflexivamente y con ella
entregamos hasta nuestra dignidad.
Para estar entre
otros, debemos estar primero entre nosotros mismos.
Referencias
Bibliográficas
Arendt, H. (2007). Responsabilidad y Juicio.
Barcelona: Paidós
Foucault, M. (2000). Tecnologías del yo. Barcelona:
Ediciones Paidós Ibérica, c.a.
Foucault, M. (2003). El yo minimalista y otras
conversaciones. Buenos Aires: La Marca
Jung, C. (1997). El Hombre y sus símbolos.
Barcelona: Biblioteca Universal Contemporánea
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